En una sociedad donde
lo imperante es la información, donde sabemos al instante lo que sucede en
Nueva Cork, en Angola o en Filipinas. En un proceso donde la telemática, la
tecnología de vanguardia choca frontalmente con la pobreza y la incultura más
extrema, es curioso ver como apenas si hablamos con el vecino, en el caso de
que lleguemos a conocerlo, como ignoramos qué vida lleva alguien que trabaja
codo con codo en nuestra misma oficina… desconocemos las inquietudes del colectivo
de personas que estamos ocupando un mismo entorno laboral o social, en esencia,
estamos muy bien informados, tal vez porque ello favorece estar dispersos en el
universo social y muy muy poco comunicados.
En esta locura social,
a la que eufemísticamente le hemos dado en llamar “estado del bienestar”,
“Sociedad desarrollada” y más aún
“sociedad civilizada”, nos encontramos que esa falta de comunicación que
se va poco a poco manifestando dentro d elas propias redes sociales que fueron,
otro tiempo, líderes d ela comunicación sí, pero donde tiempo y especialmente
espacio no tienen cabida. En ocasiones
se anuncia un evento del tipo que fuera en la red que se quiera y ves como la
gente indiscriminadamente pone “asistiré” aun cuando dicha persona se encuentre
en el Cairo, o en Caracas y el evento sea en Madrid, “asistiré” como si
pudiéramos ser y poseer el don d ela ubicuidad, estar en tantos sitios como se
deseare… lo cual es incomprensible y muchas veces no se acaba de concebir bien
la idea de “leer todo” lo que el evento anuncia… “¿Para qué? – se dicen en
ocasiones – ya lo anunciarán bien” y bien anunciado está solo que se nos ha
enseñado gracias a la publicidad a verlo todo en un único momento, un único
instante y se ha perdido esa mágica
capacidad de mantener una conversación coherente, larga, distendida de
opiniones, contrapuestas incluso donde el respeto a la otra persona es
imperante a ambos interlocutores… Eso que se enseñaba en la Grecia clásica más pura, la
dialéctica, la oratoria y la maieútifca…
aquello lamentáblemente, mucho me temo que quedó en el olvido y en el vago
recuerdo de aquellos, nostálgicos tal vez, que nos gusta pensar que el hombre
es un ser lleno de posibilidades y recursos…
Así las cosas, es
frecuente, incluso muy frecuente ver como a cada dí aumenta de forma
exponencial y vertiginosa el uso de redes sociales, bien por la ciudadanía y
los colectivos sociales como por
escritores, artistas, políticos y personalidades del ámbito publico para
anunciar sus sucesivos desarrollos, progresos y actividades novedosas. Pero es
cierto, y ello lo he comprobado en propia carne y no por tercero, que en
ocasiones toda la conversación de la inmensa mayoría de los iternautas se
limita a un leve “clic” en su ratón que, en muchas ocasiones lo tiene integrado
en un ipad, smarphone o similar… un “me gusta” otro tiempo hubiera supuesto…
una larga crítica, un largo comentario, tal vez una tertulia, sentados
largamente en un mesa tomando un café o un chocolate donde el tiempo parecía
detenerse en aquellos cafés de tertulia literaria… En mi caso soy persona muy
dada a estas circunstancias y motivo de esto es que escribo sendos comentarios
como la presente nota… a lo cual, solo recibo como respuesta, lejos de
encontrar comentarios, opiniones, sugerencias o invitaciones a debatir la
propuesta en un “tête à tête”, me encuentro, como no podía ser de otro modo por
otra parte un “me gusta” o varios, hasta el punto que el hecho de encontrar
varias personas qu eles gusta ya es aceptado socialmente casi como un éxito
pues supone que varias personas se han llegado a molestar en pulsar el botón
del “me gusta”, Gran esfuerzo y sobrecogedor el empeño del lector que así lo
hizo por deferencia del que ni siquiera se plantea semejante homenaje al que
escribió aquellas líneas. Pero aún podría decir más… en ocasiones he dejado
deliberadamente de escribir con la frecuencia normal y se me ha requerido por
algunos de mis lectores por si me encontraba enfermo o tenía algún tpo de
dificultad
-
¿Está bien?
-
Sí sí claro
¿por…?
-
Hace días que no
veo nada publicado suyo…
-
Ah, usted me lee
-
Sí claro todos
los días, dice cosas muy interesantes y de forma divertida, es algo ingenioso y
me gusta su estilo
-
¿Y porque no lo
pone abiertamente en un comentario?
-
Bueno… y apongo
que “me gusta”
-
Ah, entiendo…
“Ya he puesto que me gusta”, frase qu
engloba lo antedicho, es decir si alguien le pone qu ele gusta ya está diciendo
todo cuanto piensa de usted, la opinión del comentario, la afición por su
estilo, su forma, su contenido, su textura literaria o cronística… vamos el
poder de un “me gusta” es algo tremendo, dos palabras de un valor, otro tiempo
nunca tan valorado como en el presente.
Confiemos pues que este “me gustismo” sea
algo transitorio y como toda moda en estos tiempos sea fugaz y no deje secuelas
para volver, afortunadamente a mantener aquellas viejas tertulias del café NIKE
o del café de levante… tertulias que murieron por aburrimiento ya que con un
“me gusta” ya estaba todo dicho.
Si he conseguido que este artículo haya
comentarios más extensos de un “me gusta”, conseguiré sin duda un gran triunfo
en mi propósito, si no es así… esperaré pacientemente a que este virus se
extinga como un dinosaurio más en espera eso sí de que sea a la mayor brevedad para el bien de la
humanidad y su capacidad de comunicación
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