en la antigüedad, en aquél tiempo que no había ni electricidad, como para tener luz electrica, televisores, internet... la gente se educaba y aprendía con cuentos, fábulas, pequeñqs historias con las que, sencillamente ir tomando conciencia de la inmensidad de la vida. Este no es un cuento muy antiguo, es cierto, pero quien lo cuenta sí lo es. Y digo antiguo que no viejo pues aunque Rafael Alvarez se le vea mayor en el fondo sigue siendo un gran niño o un niño grande y para contar cuentos uno de los mejores. Espinosa, su autor, es un joven al que la vida le truncó algunos proyectos pero que, gracia a ellos aprendió a sonreir a la vida d eotro modo más honesto y sincero ypor eso se ha dedicado durante toda su vida, y la que le queede a cntar cuentos e historias para qu elos niños, no enfermos sino "diferentes", puedan aprender a seguir viendo la vida con optimismo.
Disfrútenlo porque merece la pena ver la vida con toda la alegría qu esa posible, desde dentro, desde fuera, desde cerca y dede lejjos, siempre se puede mejor pero lo importante es qu edisfrutes de cada instante.
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