miércoles, 6 de noviembre de 2013

Cambia tu lenguaje y cambiarás tu estado de ánimo




Aunque a veces utilizamos un pensamiento basado en imágenes, la mayor parte del tiempo usamos el lenguaje para pensar. Es decir, hablamos con nosotros mismos y, para hacerlo, elegimos unas palabras determinadas y no otras, y nos decimos una serie de cosas concretas.

Lo que no siempre tenemos en cuenta es la importancia de elegir unas palabras determinadas y el efecto que su uso puede tener en nosotros. Las palabras que utilices al pensar pueden tener un efecto poderoso en tus emociones y tu estado de ánimo, de modo que es importante elegirlas con cuidado. 

A continuación describiremos algunas de las sustituciones de palabras o frases que puedes hacer al pensar, de manera que puedas cambiar unas palabras o frases por otras. Si lo pones en práctica, descubrirás que te ayudan a sentirte mucho mejor, y podrás comprobar el poder que tiene el pensamiento y la importancia de usar un modo de pensar constructivo y realista.

1. Sustituye todas las palabras absolutistas, como siempre, nunca, jamás, por palabras que sean más flexibles, como a veces, a menudo, de vez en cuando, con frecuencia, casi siempre, casi nunca. Decir, por ejemplo, “nunca”, es un pensamiento extremista y la mayoría de las veces no es realista. Si dices, “nunca me mira cuando me habla”, seguramente no es cierto, y es más acertado decir “me mira muy poco cuando me habla”. Aplica la palabra "nunca" o "siempre" a sucesos que realmente ocurran siempre (o nunca), como "el sol nunca sale de noche". Para el resto, prohíbete usar esas palabras. 
 

2. Sustituye los “debo” por “deseo”los “tengo que” por “me gustaría o quiero”. Por ejemplo, en vez de decir, "tengo que ir a trabajar", di "quiero ir a trabajar". De este modo, en vez de ser una obligación, es algo que decides hacer voluntariamente. Después de todo, incluso las cosas desagradables que dices hacer por obligación, las haces realmente porque deseas hacerlas, porque es más ventajoso para ti ir a pagar ese impuesto que arriesgarte a una multa o un embargo. Es decir, lo haces porque quieres. 

Sustituye los "debería o tendría que" por "me gustaría". Por ejemplo, en vez de decir, "deberían subirme el sueldo", di, "me gustaría me que subieran el sueldo". De este modo, no transformas tus deseos en exigencias (debería) y aceptas la realidad tal y como es (aunque luego hagas lo que puedas por cambiarla), pues cuando exiges que algo tiene que ser como tú quieres que sea, te vas a sentir muy mal si las cosas te salen al revés, mientras que si te limitas a desear algo, te resultará más fácil aceptar la realidad (no se ha cumplido tu deseo), te sentirás mejor, y serás más capaz de tomar decisiones realistas y llevar a cabo acciones más constructivas que si te dejas llevar por emociones intensas como la ira o la depresión (que es lo que sucede cuando te empeñas en exigir que el mundo cumpla tus deseos).


3. Sustituye las palabras extremistas y exageradas por palabras más moderadas, como “es terrible” por “es bastante malo”; “es una catástrofe” por “es muy desagradable”. De este modo no exagerarás la "malignidad" de los acontecimientos. Si consideras que algo es terrible, pensarás que no lo puedes soportar y tenderás a huir de la situación y no afrontarla, mientras que si piensas que es muy malo pero no terrible y que, por tanto, lo puedes soportar, serás más capaz de afrontarlo y buscar soluciones.  

4. Sustituye el "todo o nada" por un continuo. Es decir, en vez de pensar que solo puede ser 1 ó 10, piensa que puede ser 1, 2, 3, 4, etc. Por ejemplo, en vez de decir, “el trabajo que he hecho es una nulidad”, di: “he hecho un trabajo de un 4”. En vez de pensar, ”como no he triunfado, he fracasado por completo”, piensa: “no he triunfado, pero tampoco ha sido un fracaso total”. De este modo no ves las cosas como éxito (10) o fracaso (0), sino que tienes en cuenta que a veces las cosas tienen distintos grados: “no es ni éxito ni fracaso, sino que merece un 5 (o un 4, un 6, etc.)”.

5. Sustituye “soy” por “he hecho”. Por ejemplo, en vez de decir “soy un fracaso”, di “he fracasado en esto”; en vez de decir: "soy una persona tímida" di "en bastantes situaciones, aunque no en todas, me comporto con timidez". De este modo, estarás siendo más realista. De hecho, cuanto menos uses la palabra soy, mejor. Céntrate en lo que haces en vez de en lo que eres: di “he hecho algo despreciable” en vez de decir “soy despreciable”. Del mismo modo, sustituye “eres” por “has hecho”: “ha hecho algo despreciable”, en vez de “es una persona despreciable”.

6. Sustituye “me haces sentir” por “me siento”. Por ejemplo, “haces que me enfade” por “me enfado”; “me pone nervioso con su lentitud” por “me pongo nervioso cuando veo su lentitud”. Eso te da más control sobre tus emociones, pues no asumes que te las provocan los demás a su antojo.
 

Resumiendo, sustituye todo aquello que sea extremista, absolutista, de todo o nada o exagerado. El objetivo es usar un pensamiento flexible, sin rigidez, que no se vaya a un extremo. Al cambiar de este modo tu forma de pensar (de hablar contigo mismo) cambiarás también tu modo de sentir.
 
Extraido de http://denkomesa.blogspot.com.es/2013/11/cambia-tu-lenguaje-y-cambiaras-tu.html


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