viernes, 19 de marzo de 2010

Abriendo corazones

Adolescencia sin duda la etapa más dura del crecimiento de todo ser humano pues, no en vano, el corazón y la mente quieren hablar las dos a un tiempo y sólo disponemos de un voz, lo cual genera ciertos bloqueos y “atascos” de circulación.

Algo así, le ocurría “ojos que hablan” cuando rondado los 13 años andaba furiosa por el poblado de su tribu allí en las llanuras a lo que hoy le han dado en denominar el estado de Arizona. Iba furiosa por allí entre tipis y fuegos, caballos y niños… Su padre, “mente serena”, que la vio ya largo tiempo en esta actitud, decidió que era ya momento de serenar aquél caballo desbocado.

- ¿Puedo saber qué le sucede a esos ojos que echan fuego..?

- ¿No sabes mirar…?

- Sí, pero no veo… por eso pregunto…

- No me ves…. –grita señalándose los pechos– esta mierda que me está saliendo… podíamos ser siempre igual y no que me miren y se rían y…

- No

- ¿por qué no?

- Te lo explicaré – y se sentó ofreciéndole asiento a ella en un madero próximo – esto tal vez debería contártelo tu madre, pero el gran Espíritu decidió que fuera yo el que se quedará aquí para contarte cosas así y se nos fue… - miró hacia arriba con los ojos llenos de lágrimas – pero es la vida… – y continúo su comentario – el corazón es como un armario con dos puertas, todos tenemos ese armario cerrado cuando nacemos porque primero tenemos que arreglar lo que hay dentro de él, cajones estanterías… Pero llega un momento, mágico entre todos ellos, en que la madre Naturaleza y el Gran Espíritu decide quién está preparado para abrir su corazón al mundo y cual debe proseguir su camino de otra forma, y es por eso, que las mujeres abren las puertas de su corazón, una a cada lado, bajo la piel como si lo tuvieras tapado por el velo de la inocencia, y van abultándose los laterales del pecho.. son las puertas de ese gran corazón que toda mujer tiene.

- Y por qué no los hombres, a vosotros os es más cómodo

- Porque el gran espíritu de la vida decidió que el hombre debía ser fuerza, templaza y combatividad con lo duro de la vida y a la mujer le dio la Maestría de ser Madre, de ser el amante de la vida… ser mujer es tener capacidad de amar hasta más allá de donde nacen las estrellas, más lejos de lo que cualquier cabeza pueda entender sin esperar nada, y eso, eso, se puede hacer cuando el corazón se abre de par en par al universo, sin necesitar que le devuelvas nada. Eso es ser mujer y así, así era tu madre.

De repente levanto los ojos del suelo y se vio rodeado de un círculo de adolescentes y mujeres de la tribu llorando y aplaudiendo al mismo tiempo.

Tal vez un día volveremos a ser capaces de comprender que amar es entrega y que el amor sólo nace del corazón… no lo pienses, siéntelo.

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