jueves, 30 de mayo de 2013

Seducción… literaria


             La noche vino como casi todas, con su inseguridad y su nocturnidad mientras la indiferencia y  la indeterminación se adueña de todo aquello que la mente y la vista no percibe… Ahí sencillamente, en ese silencio rabiosamente destruido por el escape de algún furibundo repartidor de comida rápida, deseoso de llegar a destino para poder cumplir su cobro a fin de mes; ahí, sumido en el cálido lecho conyugal entre aromas y vapores, mientras mi compañera oraba con Morfeo y yo me desvanecía en deseos hábidos de lujurias pecaminosas con ella… y quien sabe si con alguien más, de repente y por sorpresa apareció ella, una idea. Suena Trivial lo sé, soy consciente de que es algo que cualquiera dirá una idea… ¿y…? esperando algo genial grandioso como Arquímedes cuando dijo aquello de ¡eureka!!!  Solo que en aquél preciso instante después de cientos tal vez miles de horas, de espacios, de momentos de gloria, ahí, cuando no tenía nada para anotar, nada con qué pensar ni nadie a quien contárselo apareció ella, aquella hermosa idea, fantástica y fanática al mismo tiempo, una idea recurrente que siempre sucedía en el peor de los momentos y que, tal vez a la postre acababa siendo los mejores pues en ese instante, cuando la mente está agotada de pensar sencillamente dejas que los pensamientos fluyan sin darles importancia, sin pre-ocuparte, y los ves ahí como el que está en el cine, pero no de esos cines nuevos en tres dimensiones… no no, un cine antiguo, en blanco y negro sin dudas con el claquetear de la máquina reproductora con olor a rancio a y palomitas… incluso en cine mudo acompañado con el pianista ahí, aquél individuo con cara de amargado aburrido de tocar las mismas notas sin saber que en el fondo, lo que la gente quiere es que deje de tocar notas y toque de una vez música… en ese cine, en ese estado, donde hasta el papel del celofán de las palomitas, mezclado con los besos del de la fila de atrás que le da a su amada novia saben a gloria, donde se masca la emoción, la tragedia y la nostalgia de otros tiempo, ahí estaba ella, tan seductora, con aquellas líneas, con aquél aroma de premio del año, una colección de emociones que me disparaba la adrenalina, me emocionaba solo de pensarla y se me erizaba todo el vello, tal vez incluso el que me afeité esa misma tarde… Sí, que idea más buena… pensé guardarla y decirle “espérame y mañana te escribo” pero al mismo tiempo, sin palabras yo sentía que me decía “mañana… mañana no estaré y apara ti, yo soy del aquí y ahora, si me quieres tómame y si no… partiré a otro lugar donde se me acepte, quiera y respete por lo que "soy”…

            La situación no admitía discusiones, ni debates, ni razonamientos lógicos porque aquello no era lógico así  que me dispuse a retenerla para siempre en mí conmigo, me dispuse al salón en busca de un modo de imprimir aquella bella idea y desde ahí tenerla inmortalizada como cuando éramos adolescentes y nos embriagaba ver una foto de alguna actriz de primera línea… era ella, era mía y era para mí, me lo había dicho ahora mismo así que necesitaba inmortalizarla para tenerla en mi recuerdo para siempre.

            Busqué en mi mesa de trabajo y el papel, como si cobrase vida se abrió ante mí con tal rapidez que casi parecía haber entendido mi urgencia del momento, mi estilográfica favorita, aquella con la que firmaba los grandes acuerdos y contratos estaba casi desenroscada y con el plumín preparado, lubricado incluso para ponerse en campaña de inmortalización sin par.  Quería hacerlo rápido y, al mismo tiempo, era un momento tan mágico, tan genial. Tan perfecto y bellamente auténtico…  que no tenía prisa por terminarlo  pues en realidad lo bello no era el final, sino el recorrido, la excitación de sentir como me había “penetrado”, como sentí su penetración como estaba lleno de ella, y no al revés y como aquello me seducía me enloquecía y me  hacía sentirme cada vez más yo… si a Rodin le hubiera pasado algo así seguramente su pensador habría dado saltos de alegría pese  a que fuera de mármol y pese varias toneladas pues es la alegría del momento, esa descarga de adrenalina que envolvía todo mi cuerpo, todo mi ser y toda mi vida.

            El plumín se erguía dispuesto a inmortalizar aquella fiesta de alegría, lascivia y locura inmensa… la oscuridad de la nocturnidad había torrándose en locura pasional de ideas delirios y lameos… y ahí sobre el cálido papel de celulosa y  pergamino, en el blanco de sabanas doradas de magia y misterio, el plumín se iba corriendo mientras su tinta impregnaba aquella fiesta de irracionalismo creativo que se iba transformando en palabras sensualmente dispuestas pareciendo un esbozo de lo que, otro tiempo, tal vez sea algo lógico y racional pero que hoy era irracionalidad hecha forma. Sinuosas curvas trazándose ante mí con el leve susurro de un plumin que acaricia un documento, aún no tallado con la misma calidez y cuidado que un niño acaricia un preciado juguete por primera vez. Con esa magia con la que un adolescente acaricia la mejilla de su primera novia, con el temor de, que tal vez, aquella “idea” se desvanezca y se pierda para siempre n el recuerdo de un bello sueño de la tragedia del día a día.

            Finalmente ahí estaba, y atenía forma, y a comprobé que, aun habiendo sido un sueño este será un sueño eterno pues impreso en papel estaba así pues, me sentí pleno, feliz dichoso de haber vivido una auténtica seducción literaria mientras mi compañera, mi mujer, mi amiga, mi esposa venía aún con el recuerdo de Morfeo en su mirada por el pasillo en busca mía preguntándome

-         ¿qué haces? Son las… las tres de la mañana
-         Sí sí, ahora mismo voy, tenía algo trascendental que apuntar – y con aquella excitación preso del pánico de ser descubierto de la infidelidad conyugal que mi mente había tenido me fui al lecho donde… como siempre acaba toda buena relación, quedé sumido en un plácido sueño.


A la mañana siguiente, apenas sonó el despertador, acudí rápido al escritorio pues aún quedaban esbozos de aquella juerga noctámbula que tuve… y busqué entre mis papeles…  allí encontré aquél mágico papel e intenté encontrar el misterio de ta maña idea y mis ojos vieron algo tremendo, una única línea…

“pan, huevos… y leche”

Rafael Castro Martín
"Lince Apache"



1 comentario:

Neo dijo...

Me viene a la mente otra idea: la belleza se encuentre en las cosas pequeñas. Y una nota aclaratoria. Seguramente esas tres palabras eran un mensaje oculto de tu Morfeo alternativo en otro Universo..., o tal vez de tu propio Morfeo liberado de Matrix.