viernes, 3 de julio de 2015

Carmen Aliaga: artista del sentimiento


Se puede utilizar eufemismos, decir la gran poetisa, o poeta, que escribe así o asá... pero, más allá de lo escrito, en el trasfondo, justo entre verso y verso, como se ve entre gota y gota en una cascada el fondo de la misma, en la poesía de Carmen Aliaga me permito ver el desahogo desbordado del sentimiento que hecho humanidad es ella misma. Carmen, poeta de fama y prestifio consolidado, con poesía hermosa en su musicalidad y su belleza, en sus textos y sus formas... descarga en ella sentimientos, como debería ser la poesía, se desnuda ante el atrevido lector que anda en busca de un alma gemela y con él, o tal vez ella, comparte,  a pecho abierto y corazón desnudo, sus sentimientos, sus semblantes... Hablá de guerras, dolores, ternuras, amantes.. ¿Acaso en toda vida d eun poeta no hay disputas de uno consigo mismo, de amantes de la bellza qu eenamoran en su colorido, de duelos y suspicacias, temores y ensoñaciones? eso creí ver cuando oí a tan gran poeta que, además, como rapsoda sabe hacer magia sacando de un chorro de tinta impresa en un papel auténtica alquimia vibrando, sintiendo, soñando viviendo... y dejando al oyente vivir como si del autor mismo se tratara...
Pero lo mejor no es hablar sino leer, no es hablarle a Carmen, sino leerla y deslizar nuestras pupilas por sus versos mientras el agua escapa por los lagrimales, ora de pena ora de ilusión pero siempre emanando, desde el corazón. Vaya este ejemplo por delante amantes, pura pasión y puro ardor en el círculo polar, puro frío, bendito contradicción

Rafael Castro
Amadeo de Andrés

LOS AMANTES DEL CÍRCULO POLAR

No podremos tocar
las cien manos del álamo
vertiendo lentamente
el oro de sus hojas,
esa joya que labran
para esculpir su nombre.

No podremos sentarnos
frente a la nueva pérgola
esa que reclamamos
y apuntó a nuestro rostro
con sus armas de fuego.

No podremos medir
la distancia en milímetros
entre los dos amantes
que hayemos suplantándonos,
ni la estatura nueva
del ciprés vigilante.

Pero te juro, amor,
que ellos podrán oír 
nuestra voz al unísono,
el contrapunto
resonando sublime
sobre los setos recortados,
sobre la catarata helada
de diciembre,

sobre el grito estruendoso
de esas aves exóticas
aquéllas que exhibían
el multiforme,
el infinito
Cántico de la Vida.

Carmen Aliaga

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